lunes, 13 de agosto de 2007

EL BUSTO ES MÍO

Mi novia suspiraba por poderse operar
lo que tira más que dos carretas,
estaba acomplejada desde la pubertad,
en la “pandi” le llamaban la planeta.

Y aunque a mí
me bastaran así,
en aras de verla feliz,
para San Valentín, me lucí.

Le regalé la operación,
medio kilo cada teta,
total, casi un millón
de las antiguas pesetas

con un agravante
que le da a mi acción más mérito,
como buen currante
tuve que pedir un crédito.

Y así fue como mi Mari
cambió de sonrisa y de talla de sostén,
pasó, de cero a cien,
más deprisa que un Ferrari.

También aumentó su vida social,
tanto, que en un mes, sin motivo de queja,
me viene con un "tenemos que hablar",
me sienta en el sofá y me suelta que me deja;

Que necesita soledad
para que su mente se equilibre,
que me quiere pero no está enamorá,
que se va, que prefiere ser libre.

Mentira, que a la semana me entero que está
viviendo ya con tal Casio,
mira que "Casioalidad",
el monitor de su gimnasio.

Cornudo y apaleao
me vi sin ella y sin saber dónde poner los brazos,
con cara de portero goleao,
aún me faltaban por pagar veintidós plazos.

La llamé y le dije:
“No hay derecho, esto no es justo,
tiene delito y a los pechos me remito, señorita.
¡Que yo estoy pagando el busto con el que otro pasa gusto!”
Y me replica: “Santa Rita, Santa Rita…”

Es una mala mujer,
lo sé desde que no está a mi lado,
es una mala mujer,
y yo un hombre despechado.

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